top of page

¿Quién dijo que los sueños tienen fecha de expiración?

Actualizado: 18 ago 2021


Hace 4 años hice realidad un sueño, después de años vencí mi miedo, me di cuenta que yo era mi único obstáculo, así que compré un vuelo y me fui al otro lado del mundo.


Y así cómo realice mi primer viaje fuera de México, arme mi mochila y me fui sola al continente europeo. Por fin pude hacer realidad ese sueño que tenía desde niña, visitar esos lugares que sólo había visto en películas o fotografías.


Se que la pandemia nos ha frenado muchos viajes y más aún con la tercera ola, pero espero algún día regresar a recorrer las muchas ciudades que me faltaron, mientras tanto acompáñame a recordar y a viajar a través de mis palabras...




Ámsterdam

Elegí está ciudad como mi primer destino más que nada por su ubicación, pero luego de estar ahí un día, fue un lugar que superó mis expectativas. Al llegar al aeropuerto he de confesar que por un momento me sentí aterrada, jamás había estado en un lugar tan lejos de casa, donde no entendía nada de lo que leía o escuchaba, pero de pronto ese sentimiento se convirtió en fascinación y agradecimiento; por fin estaba viviendo mi gran sueño.




De Ámsterdam me enamoro la diversidad de culturas que camina entres sus calles, la perfecta armonía entre el agua del río Amstel y la arquitectura del siglo XVII, con un toque de flores por todas partes, que le brindan ese aire de romance, no por nada la llaman la Venecia del norte. Una ciudad donde sorprende la libertad, no por conocer de cerca lo prohibido, sino porque se ha librado de los prejuicios. Entre bicicletas, historia y arte, descubrir esta ciudad es fascinante.





Berlín

Es una ciudad tan llena de historia, como de lugares enigmáticos, que tantas veces observé en fotografías y películas, pero que, al estar ahí, de pie, por primera vez, me dejaron una sensación, que de solo recordar me eriza la piel.




Son sitios que fueron testigos mudos, de la persecución y el odio, de los horrores que la humanidad ha dejado atrás y ahora debe recordar, para no volverlos a permitir. Una ciudad que emergió de las llamas, para juntar en una sola mirada, la historia con el futuro y el recuerdo con el porvenir, siendo ahora una gran potencia económica y un destino obligado al visitar Europa.





Praga


¡Qué ciudad tan hermosa! Caminar entre sus casas, es como entrar en una vieja novela romántica, con sus majestuosos puentes que te reciben y te invitan a caminar entre sus calles empedradas, para en cada paso admirar monumentos, edificios y castillos, en los que el tiempo parece haberse detenido.



Me detengo y observo a una pareja jurarse amor sobre el río Moldava, a un niño comer un Trdelník y al resto caminar sobre el puente de Carlos, mientras escucho música de violines y el viento juega con mi cabello. Creo que por un instante para mí también se ha detenido el tiempo o tan solo quisiera quedarme para siempre en ese momento..





París

El tiempo siguió y llegó el momento de llegar a mi destino principal; París, la ciudad que para muchos puede ser un cliché o un destino sobrevaluado, pero que para mí fue tocar mis sueños con los dedos, escuchar las melodías de mis noches de romance y caminar dentro de las fotografías, las pinturas y películas, que tantas veces observe con anhelo.

Y no me decepciono, disfrute de París en cada rincón. Caminar rodeada de arte, no solo en sus museos, sino en la arquitectura de sus calles, de sentir los ecos de la historia tan presentes en mi memoria, de los paseos a la orilla del río Senna y de la imponente y majestuosa Torre Eiffel, que te permite tener toda la ciudad a tus pies.




Celebre mi estancia en la ciudad recorriendo los campos Elíseos, tomando un café en Montmartre, prendiendo una vela y elevando una oración en Notredame, sentada en los jardines de Luxemburgo y observando la ciudad desde el arco del triunfo, camine sintiéndome princesa rodeada de bellezas y lujos en el palacio de Versalles.


Incluso creí enamorarme de aquel hombre que había conocido, mientras disfrutamos de un buen vino, sentados en el césped del campo Marte, esperando que llegara la noche, para observar y sentir la magia de la torre Eiffel iluminada. Que maravilloso espectáculo, verla con sus luces bailar, con las melodías del Fête de la Musique, que sonaban sin parar. No me había enamorado, pero algo dentro de mí había cambiado.




Y tarde algunos días, después de finalizado mi viaje, en poder comprender que no era la misma que se fue. No podría explicar por qué, pero desde entonces he dejado los miedos a un lado y ahora me atrevo a soñar más grande y lograrlo.


¿Y tú vas a seguir esperando o ya decidiste cumplir tu sueño?


Escríbenos para ayudarte a planear tu viaje: Clic aquí.


 
 
 

Comments


bottom of page