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Nostalgia Viajera en medio de una Pandemia



He estado ausente de este blog por algunos meses, y por eso en esta ocasión les escribo un artículo un poco diferente, sobre un mundo que cambio, tal vez para siempre, y cómo cada uno de nosotros ha luchado por salir adelante.


Al igual que a muchos de ustedes, la pandemia me tomo por sorpresa, con un viaje en puerta y las maletas hechas, el miedo y la incertidumbre de mí se apoderaban y con la orden de quedarme en casa, me sentía como un ave a quien le habían cortado las alas.


Desde hace muchos años vivo en una ciudad lejos de mi familia, porque fue a donde me llevo la vida para poder cumplir mis sueños, pero en esta ocasión, el miedo de estar lejos de ellos, de que fueran contagiados y no volver a verlos, se apoderaba de cada uno de los músculos de mi cuerpo.


Siempre he creído que de una u otra forma materializamos lo que en ese momento necesitamos, aunque a veces venga disfrazado de algo desafortunado; hubo un recorte, había perdido mi trabajo, pero tenía la oportunidad de moverme para poder ayudar y acompañar a mi familia, algo bueno dentro de todo lo malo.


Y fueron cuatro meses maravillosos, donde disfrute a mis padres como no lo hacía desde hace muchos años, donde compartimos nuestro patio en una pequeña playa, y viajamos juntos a través de películas y documentales, y poco a poco sentía como me regresaba el alma al cuerpo.




Pero en agosto llego el momento de regresar a mi ciudad y también a trabajar, y en un pequeño destello de la nueva normalidad, nos aventuramos a viajar a la Sierra de Arteaga, tal y como pude contarles en mi último artículo: Los hermosos paisajes de la Sierra de Arteaga.


Quería volver a viajar, pero los casos aumentaban cada día y esto no parecía tener final, así que constantemente me deprimía.


Luego en Diciembre la vida me dio otro duro golpe, con la noticia de que un tío muere, por circunstancias ajenas a la pandemia, pero nuestra lejanía de la familia por esta causa, me deja una gran tristeza.



La Navidad llegó y tratamos de disfrutar las fiestas entre nuestra pequeña familia, agradecidos por tener salud y vida, aunque con la nostalgia de tener en la mesa una silla vacía.


Un año nuevo llego y teníamos la ilusión de que las cosas fueran mejor, pero en Marzo todo se complicó, en una terrible vuelta de la vida, luego de tener un mes de iniciar en un nuevo trabajo, un nuevo recorte se presento y nuevamente había quedado varada en el desempleo y está segunda ocasión sin ahorro.


Y mientras regreso, nuevamente para vivir este proceso con mi familia, cae sobre nosotros otra tragedia, la enfermedad llega a la casa y mi hermana y su familia se aíslan, justo la semana que mi sobrino cumplía años, pero además de la tristeza de no poder verlos y abrazarlos, el miedo se apodero de nosotros cuando mi cuñado fue internado.


Afortunadamente logramos superar este trago amargo, que no paso a mayores, mientras yo seguía deambulando entre entrevistas y la falta de una propuesta de trabajo, así que si, tenía mucho tiempo para escribir, pero entenderán que no se me daban los ánimos.


Pero como después de toda tormenta, siempre llega la calma y después de casi 3 meses de desesperanza por fin pude regresar a hacer lo que me apasiona, no es el trabajo con el que soñaba después de todo este periodo de inestabilidad, pero estoy convencida de que la vida te pone en el lugar en el que debes estar.


Les comparto esto, porque estoy segura que más de uno paso por cosas iguales o peores que yo, y les puedo asegurar que “esto también pasará”, así como los momentos buenos tampoco duran para siempre, de igual forma se terminan los malos.


Y por eso, después de más de un año y medio, por fin está semana haré 2 viajes, uno por trabajo y otro por placer, cortos porque así lo dicta la situación, pero quiero confiar en que pronto vendrán muchos viajes más, para mí y para todos.


Mientras tanto, manténganse viajeros, siempre soñando en un nuevo destino…










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